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Las aminas de mis ácidos son mis amidas

El nitrógeno es uno de mis elementos favoritos de todo el Universo. Está presente en sustancias orgánicas e inorgánicas, naturales y artificiales, de propiedades inimaginablemente diversas. Algún compuesto con nitrógeno puede matarte incluso en ínfimas dosis, pero no todos son así de gentiles; otros sirven para hacer materiales poliméricos, tales como espumas; otro puede provocarte risa; otro contaminará tu ciudad, o contribuirá al efecto invernadero, o mejorará tus erecciones si tienes pene; otro ayudará a conservar tus alimentos; otro te ayudará a revelar fotos de forma rústica, si es que revelar fotos no es ya de por sí algo rústico; otro matará peces en el río; otro desinfectará; otro te ayudará a construir músculo; otros harán volar todo por los aires; otro fertilizará tus cultivos; otro te enganchará psicológica y físicamente, etc. Y eso que, siendo capaz de lo mejor y de lo peor en compañía de otros átomos, el nitrógeno elemental es soso, inerte, gaseoso, inodoro, apolar, está en todas partes y a nadie impresiona. Es un poco como el Ben Affleck de la tabla periódica.

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Muchos coches en el Día sin Coches

Aún hoy lo sabe poca gente, pero ayer, 22 de septiembre, fue el Día Mundial sin Automóvil. Una iniciativa que data del año 2000, comenzando a nivel europeo y extendiéndose a nivel mundial. Los británicos lo llevaban celebrando desde 1997. Actualmente y en la UE, este día está enmarcado en la Semana Europea de la Movilidad, dedicada al fomento de modos alternativos de desplazamiento en más de 1.500 ciudades europeas. Al final, en la mayoría de ciudades españolas, dicho fomento se reduce a un par de actividades sin mucha trascendencia. Mejor pinta tiene esta medida de Lillestrøm (Noruega), dando algo de dinero a peatones y a ciclistas en compensación por el dinero que ahorran al Estado.

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El Día sin Coches no fue muy secundado precisamente. ¡Oh! ¿Quién podía habérselo imaginado?

Evidentemente, plantear una iniciativa de día sin coches no ayuda per se. No ayuda si…

  1. la población apenas ha sido informada de que tal día existe;
  2. los usuarios de automóvil no tienen alternativas viables para sus desplazamientos;
  3. muchas personas no son verdaderamente conscientes del impacto ambiental del tráfico rodado.
  4. los usuarios carecen de motivación por tener necesidades más acuciantes y urgentes, como no perder un puesto de trabajo por escasamente remunerado que esté.

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La guerra contra los óxidos de nitrógeno

Mi primera entrada en el blog, Ciudades sin cielo, estuvo dedicada al smog fotoquímico, una consecuencia de interacciones entre distintos compuestos gaseosos. Entre esos compuestos, ocupan un lugar importante los óxidos de nitrógeno (NOx), destacando especialmente la molécula de NO, seguida por NO2. El N2O, conocido coloquialmente como «gas de la risa«, es producido de forma natural por microorganismos, aunque también por algunas de nuestras actividades. Su potencial de efecto invernadero no da tanta risa.

Las grandes aglomeraciones urbanas del este de China tienen altas concentraciones de NO2 sobre ellas. Fuente: Giorgiogp2, Wikipedia.

Pero el smog no es lo único a lo que contribuyen los óxidos de nitrógeno.

  • Tienen un gran potencial de efecto invernadero, es decir, contribuyen al cambio climático.
  • Dan lugar a aerosoles ácidos.
  • Junto con los óxidos de azufre, son causantes de la lluvia ácida.
  • Al absorberse en agua, deterioran su calidad.
  • Concentraciones superiores a 100 g de NO/m3 son perjudiciales para la salud y el crecimiento de las plantas, y el nivel crítico de exposición durante 24 horas para humanos es de 75 g/m3. Bueno, no se puede decir que sea un compuesto muy tóxico, pero sí participa en reacciones en las que se producen sustancias más malignas.

Expuestas todas estas felonías perpetradas por estos contaminantes, parece sensato minimizar la concentración que de ellos hay en nuestra atmósfera por causa antropogénica (es decir, emitidos por nosotros). Los emitimos, fundamentalmente, desde nuestros vehículos a motor, salvo que sean eléctricos; desde centrales térmicas para producir electricidad, funcionen con fuelóleo, con carbón, con GLP, con gas natural o con cualquier otro combustible; desde hornos de vidrio, cerámicos, siderúrgicos; desde plantas de producción de ácido nítrico, de ácido adípico, de amoníaco…

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Ciudades sin cielo

Lo peor de muchos problemas ambientales es que tardan en ser percibidos, o que, al no ser tan evidentes, no suscitan mucho la atención. Los problemas más flagrantes sí provocan la necesidad de tomar acciones, afortunadamente. La reina Isabel I de Inglaterra prohibió el uso de carbón cerca del palacio de Westminster. En 1661, John Evelyn propuso que se trasladaran las fábricas lejos de Londres, garantizando la limpieza del aire en la ciudad. Su estudio fue analizado por Carlos II. Napoleón decretó en 1810 que sería necesaria una autorización administrativa para emprender actividades industriales que emitiesen malos olores.

beijingkevindooleySmog en Beijing. Fotografía de Kevin Dooley.

El smog pertenece al grupo de fenómenos evidentes, junto a los malos olores, las aguas coloreadas y la lluvia ácida: se trata de un fenómeno muy claro a los sentidos. Sin embargo, se sigue dando en los últimos años en varias ciudades del mundo, debido, principalmente, al tráfico rodado, a las calefacciones y a los procesos de combustión en general.

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