Aún hoy lo sabe poca gente, pero ayer, 22 de septiembre, fue el Día Mundial sin Automóvil. Una iniciativa que data del año 2000, comenzando a nivel europeo y extendiéndose a nivel mundial. Los británicos lo llevaban celebrando desde 1997. Actualmente y en la UE, este día está enmarcado en la Semana Europea de la Movilidad, dedicada al fomento de modos alternativos de desplazamiento en más de 1.500 ciudades europeas. Al final, en la mayoría de ciudades españolas, dicho fomento se reduce a un par de actividades sin mucha trascendencia. Mejor pinta tiene esta medida de Lillestrøm (Noruega), dando algo de dinero a peatones y a ciclistas en compensación por el dinero que ahorran al Estado.
El Día sin Coches no fue muy secundado precisamente. ¡Oh! ¿Quién podía habérselo imaginado?
Evidentemente, plantear una iniciativa de día sin coches no ayuda per se. No ayuda si…
- la población apenas ha sido informada de que tal día existe;
- los usuarios de automóvil no tienen alternativas viables para sus desplazamientos;
- muchas personas no son verdaderamente conscientes del impacto ambiental del tráfico rodado.
- los usuarios carecen de motivación por tener necesidades más acuciantes y urgentes, como no perder un puesto de trabajo por escasamente remunerado que esté.