Cuando el reloj de la Puerta del Sol marcó el inicio del nuevo año hace 17 días, numerosas mentes españolas elucubraron propósitos de lo más variopinto: cuidar bien de la pareja, de nuestros mayores y/o de los hijos; apuntarse al gimnasio, perder unos kilitos; encontrar un buen trabajo, mejor aún si incluye un buen sueldo; dejar el tabaco o alguna otra adicción, e incluso ser feliz.
En esta entrada propongo que nos propongamos otro tipo de proposiciones. Porque eso de cuidarse, mostrar amor a la familia y enfrentarse a los propios problemas está muy bien, pero también hemos de enriquecer nuestras almas. Y donde digo alma, puede leerse neocorteza cerebral o lo que se prefiera en cada caso. Porque si no te culturizas, al final acaba el año y te das cuenta de que no has hecho más que trabajar y disfrutar de la vida. Y eso es algo muy triste.