En los últimos meses he tenido que escribir mucho. Como resulta evidente, no para este blog. Informes, artículos, una estancia en una empresa y trabajos para terminar mi máster han ocupado buena parte de mi tiempo. Esto último, el Trabajo Fin de Máster (y su normativa), es lo que me ha dado la motivación para escribir una entrada sobre la primera persona en la comunicación científica. Una entrada de denuncia y crítica inmisericorde, por supuesto. Hablar bien de los profesores está socialmente mal visto; únicamente lo hago en la intimidad.
El Trabajo Fin de Máster es, como cualquier original research paper que enviamos a una revista para su revisión y ulterior publicación, un trabajo de investigación. Un trabajo con su aplicación del método científico: sus hipótesis, su planificación de experimentos, su obtención de resultados y la discusión de los mismos. Un trabajo que desemboca en un documento científico con su introducción, su descripción del método experimental, su exposición y discusión de resultados, sus conclusiones y sus referencias bibliográficas. Lo típico.
Es pertinente que insista en que es un trabajo de investigación y no un documento técnico. Pues bien, entre las rígidas normas a las que debe ajustarse el texto, encontramos esta regla de estilo:
El trabajo debe ser redactado en pasiva refleja y nunca en primera persona, ni del singular ni del plural (por ejemplo, se realiza, se aprecia, se midió, se obtuvo, etc.).
SIC. En 2015. Estoy hablando de una asignatura de un máster nuevo, iniciado en el curso 2013-2014, por lo que la disidia a la hora de actualizar las normativas no es excusa.
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