A juicio de numerosos adultos, la Navidad es una época estupenda para el consumismo, la contracción de enfermedades, las incómodas visitas de parientes y la ingesta descontrolada. Sorprendentemente, dichos adultos invierten esfuerzos considerables en hacer ver a sus hijos cuán equivocados están sus padres.
Papá Noel acababa de traer más que lo pedido por la pequeña Ester. Esta niña de ocho años, no obstante, daba más importancia a lo espiritual que a lo material. Lo espiritual era corretear por un espacioso piso en el centro de Madrid, sin pasar frío, escuchando Adeste fideles con alegría, con devoción y con un equipo de sonido de alta fidelidad.
Quizá porque su fe era inquebrantable (pese a que iba a un colegio religioso), Ester prefería a los Reyes Magos de Oriente. ¿A qué niño o niña no le gustaría disfrutar de los privilegios de Jesús, pero sin tener que sufrir la persecución de Herodes el Grande?